Había una vez una niña que
adoraba a su abuelita, pero esta vivía lejos de su casa, en un bosque. La madre
de la niña era una mujer muy trabajadora y confiaba mucho en su hija. Pensaba
que era auto suficiente y muy valiente. Por este motivo la dejaba ir sola a
visitar a la abuela tan lejos de casa. Un día que iba a visitarla escuchó una
suave música que le acariciaba sus oídos. Era tan bella que sus pies se
dirigían hacia donde venía esa linda melodía. Al llegar al lugar, vio que era
un hermoso joven que tocaba la flauta y que le seguían muchos niños, ella
comida por la curiosidad siguió al flautista y a los niños. Llevaba mucho
tiempo caminando y ya estaba cansada y hambrienta y veía que este hombre no la
conducía a ningún sitio que fuera emocionante, y mucho menos al camino de su
abuela. Se puso hablar con un niño muy extraño que caminaba a su lado, tenía
una nariz de madera muy larga y le dijo que se llamaba pinocho, que había
salido del estómago de una ballena y se había perdido. Pensó que si seguía a
este flautista encontraría a su padre, pero solo veía que se estaba alejando de
todo y que ya estaba cansado. Ella se presentó también, le dijo que se llamaba
caperucita roja porque siempre iba vestida de rojo, era su color favorito. Los
dos se salieron de la fila del flautista y decidieron seguir juntos por el
bosque.
Andando vieron una casita de chocolate, y
hambrientos como estaban corrieron hacia ella. Al llegar los recibió una vieja
señora muy amable, haciéndoles pasar y dándoles todo el chocolate que querían,
pensaron que estaban viviendo su sueño, ¡una casa de chocolate!. Comieron y
comieron hasta quedar dormidos. Al despertar se encontraron que estaban
encerrados en una jaula y frente a ellos había un gran horno dispuesto a
quemarlos y ser devorados. La vieja señora resultó ser una bruja malvada que
odiaba a los niños. Los engordaría y luego se los ofrecería al gigante del
bosque que le pagaría su peso en oro, de esa forma se volvería rica para
comprar el elixir de la eterna juventud, para ser siempre joven y bella. Los
niños presos del pánico empezaron a gritar y a gritar, llegando sus gritos a
oídos de un príncipe que pasaba por allí, que iba a despertar a una bella
durmiente. El príncipe que tenía buenos sentimientos y era bueno se detuvo,
desenfundó su espada y liberó a los niños de la malvada y fea bruja.
Contentos de
estar en libertad decidieron seguir caminando y se encontraron con un gato un
poco raro, llevaba puestas unas enormes botas que decía que les hacía correr
mucho. Les dijo que iba de parte del rey a rescatar a su hija que había sido
abandonada en el bosque por su madrastra. Esta estaba celosa de su encanto y
belleza y quería deshacerse de ella.
Los niños se unieron al gato
con botas y corrieron a través del bosque en busca de la princesa.
En un lugar muy apartado del
camino vieron una casita bastante peculiar. Su tamaño era más pequeño de lo
normal. Se acercaron con mucha cautela y se asomaron a sus pequeñas ventanas y
vieron a siete enanitos que lloraban alrededor de una linda joven. Llamaron a
la puerta y le abrió uno de los enanitos. Les comentó que habían envenenado a
su hermosa blanca Nieves. Una mujer malvada le dio una manzana envenenada y
ella comió de dicha fruta quedando en el estado en el que se encontraba.
Llegaba el momento de ir a enterrar a la joven. Caperucita se acordó del
generoso príncipe que los salvó y le dijo al gato con botas que corriera todo
los que sus botas le permitieran y fuera en su busca. Pensó que él podría
salvar a blanca nieves.
El gato corrió todo lo que podía y alcanzó al joven y guapo
príncipe, que al comentarle la situación, este dio media vuelta y se fue en
busca de la joven.
Al llegar los enanitos
llevaban a enterrar a blanca nieves en un ataúd de cristal. El príncipe al
verla quedó prendado de ella. Levanto el cristal y le dio un suave y dulce
beso. Al mismo instante blanca Nieves se incorporó quedando libre del veneno de
esa manzana que le dio la mujer del bosque. Desde entonces aprendió que no se
debe tomar nada de nadie desconocido.
El príncipe mágico reanudó su
camino en busca de la bella durmiente. Blanca Nieves vivió feliz en el bosque
con sus siete enanitos que la adoraban y cuidaban.
Pinocho y el gato con botas
siguieron en busca de Gepeto (padre de pinocho), y caperucita volvió a su casa
con una bonita historia que contar a su mamá y a la abuelita del bosque.
La abuelita pensó que su nieta leía demasiados cuentos Y su
mamá que esta niña cada día tenía más ilusiones y fantasías en su cabeza. El
próximo día iría ella misma a casa de la abuela.
Colorín colorado este cuento
se ha acabado.