Dibujos en el cielo que el aire mueve a su antojo. Figuras
que se esfuman con el movimiento de las nubes. Así se fue ella. A mi madre se
la llevó el viento dejando una estela en el cielo.
Su enfermedad le impedía mostrar o decir lo que pensaba,
pero ella sabía bien lo que a su alrededor estaba pasando. Se sentía querida,
amada y protegida, sus hijas le daban todo lo que ella en esos momentos
necesitaba. Hasta que una tarde sintió en sus mejillas un cálido beso.
Presentía que era el último. Aquella tarde partía un avión y de nuevo se llevaría
parte de su vida.
Esta vez no será así, yo me iré también, pensó. Y así fue,
cuando el ruido ensordecedor de unos motores rugiendo, y las pesadas ruedas
dejan de pisar la tierra, tu alma se eleva, te integras en el viento, te
vuelves tempestad, te haces vulnerable en el aire. Eso hizo mi madre, se fue
con el viento detrás de un sueño que ya nunca dejaría escapar.
Ahora cuando miro el cielo, pienso que ella está ahí, que
te guía, que te indica que te anima y te orienta, lo mismo que hace la veleta.
Te dice el camino. El mío lo busco en las estrellas, en el viento, allí donde
ella se fue.
MARÍA PÉREZ GARCÍA