RÍO
-Mama quiero
bajar al río a jugar con mis amigos.
-El rio no
es buen sitio para jugar
-No me prohíbas bajar al río.
Yo quiero estar en el río.
El río me daba frescor en los
días calurosos del verano, el río me daba sorpresas. Las sorpresas del río, ¡Cuánto
me gustaban! Levantaba una piedra encenagada y allí estaba un perezoso cangrejo
que ante la sorpresa de ser descubierto daba un coletazo hacia atrás y se
perdía entre el cieno del río. En el río había vida. Para mí una existencia muy
interesante y que me fascinaba. Mama, quiero bajar al río. El verano ha llegado
y el río me espera.
Con mis chanclas en la mano y mis pies
descalzos camino por los correntales del río. Aquí un renacuajo, allí una rana,
muy cerca un hermoso sapo de río. Mas abajo junto a las losas de lavar,
reposaban restos de jabón de la colada. El río los guardaba para alimentar a
los barbos que entre las piedras se escondían esperando esos trocitos de manjar
que ofrece el rio.
¡Cómo me gusta el río! El
verano ha llegado, mama quiero bajar al río. Seguro que no me caigo. Me agarro
a los juncos que fuertes e indomables custodian la orilla del río. Hoy el calor
aprieta, en el río se escucha el croar de las ranas, el chapoteo de los peces,
el canto de los pajarillos que en las copas de los álamos se mecen al son del
aire y la brisa del agua del río.
Mama quiero bajar al río.
María Pérez García.