viernes, 19 de marzo de 2021

EL TIEMPO QUE NO VUELVE

 

Esta noche duermo con mi abuela. Mi abuela me ha dado un trozo de chocolate. Mi abuela me ha preparado mi comida favorita. Mi abuela me ha comprado unos zapatos… Y así infinidad de frases quedaron en mi mente. En mi niñez envidiaba a mis amigas que disfrutaban de las delicias de sus abuelos. Yo no conocí a los míos.

Creo que es una figura importante en la vida de los niños, al igual que los nietos son fuerza y vigor para los abuelos.

Mi suerte me ha premiado con una nieta. Ahora soy yo la abuela. Ahora es ella la que le gusta estar conmigo, la que piensa que en casa de la abuela hay cofres con tesoros. La que cree que la casa de la abuela es misteriosa porque tiene muchas puertas, con un mundo para descubrir tras ellas. La casa de la abuela es donde encuentra cajas cerradas y empolvadas donde puede descubrir cosas, como unos zapatitos blancos que le llevan a la niñez de su mamá.

 Es ella la que rodea mi cuello diciéndome que me quiere muchísimo. Este gesto, en esta etapa de mi vida es un soplo de aire puro, es un empuje hacia adelante. Ese te quiero tan sano y verdadero, que ya nadie te dice, nos lo está robando esta pandemia. Un año sin sus besos, un año sin sus juegos, sin sus innumerables aventuras y su imparable imaginación. Un año es mucho tiempo, a mí se me escapa, a ella le vuela, y el tiempo no vuelve.

 

 

 

MARÍA PÉREZ GARCÍA 19/03/2021

jueves, 24 de diciembre de 2020

UN CUENTO NAVIDEÑO

 

UN CUENTO NAVIDEÑO

Esto era una vez una niña nacida en un pequeño pueblo, dentro de una familia que la adoraba. Su niñez la recuerda con alegría, tenía muchos amigos y amigas. Las navidades eran entrañables. El 24 toda la familia se reunía alrededor de una lumbre en la puerta de la casa. Esa fogata era para que en esa noche se calentara el niño Dios. María miraba hacia el cielo plagado de estrellas y no entendía como el calor de ese fuego llegaría tan lejos para calentar al niño recién nacido. Su inocencia era tan pura y clara como el resplandor de esa noche fría.

Pasaron los años y en Navidad, en su hogar cada vez había menos miembros de la familia, las circunstancias así lo requerían. Los abuelos habían marchado a formar parte de esos puntos brillantes del cielo. La hermana mayor, el trabajo la demandaba lejos de casa. Pero a la niña nunca le faltaron los besos y abrazos de sus adorables padres.

El tiempo pasaba y las circunstancias cambiaban. Vinieron tiempos difíciles, María ya era mayor, formó su propia familia, pero lejos de su hogar. Aun así, en Navidades los pocos o muchos que estaban se reunían, se besaban y se abrazaban, y eso les reconfortaba y daban energías, porque el abrazo reconforta y llena de vitalidad para seguir adelante.     

La chica de nuestro cuento tuvo hijas y les transmitió la magia y el cariño que las Navidades representan. Junto a su nueva familia vivió estas fiestas entrañables. Nunca faltaron los besos y los abrazos ni la magia navideña.

Las hijas crecieron y María envejeció rodeada de amor y cariño. Ese amor se colmó con la llegada de esa preciosa nieta, que llenó su corazón de amor y ternura. Las navidades volvieron a llenarse de aire fresco, magia e ilusión.

De pronto, como en todos los cuentos, llegó el duende malo y todo cambió. Este duende malo nos trajo muerte, nos borró la sonrisa, los besos y los abrazos. Nos implantó la frialdad. A nuestra protagonista la dejó sumida en la confusión y la tristeza, como a tantas personas.

En todos sus años vividos aprendió y vivió muchos avances. Conoció el teléfono a través de una centralita de su pueblo donde se tenía que pedir una conferencia y había que esperar horas y horas para hablar con la persona. Luego este aparato se instaló en casa colgado en la pared. Era un gran avance. De ahí se pasó a que dicho artilugio se podía mover y más tarde hasta llevar en el bolsillo e incluso ver a las personas.

En esta Navidad el duende malo nos obliga a vernos a través de una pantalla. Nunca María pensó que un día se reuniría con su familia con un grupo de compañeras y compañeros, amigos y amigas a través de un teléfono. Ha tenido que aprender muchas cosas en la vida, pero esta le proporciona y le recuerda a una Navidad entrañable, porque sabe que el cariño puede atravesar fronteras, y como no, frías pantallas.

Que todos sepamos vivir esta Navidad dando más amor que nunca, no dejemos que la luz y los colores se apaguen. De esta forma venceremos al duende malo, porque como en todos los cuentos, siempre ganan los buenos.

Colorín colorado este cuento por ahora se ha terminado.

FELIZ NAVIDAD PARA TODOS.

 

Esta foto de Autor desconocido está bajo licencia CC BY-NC