Nunca pensé que pasarme una semana en la playa, en un bonito
y confortable hotel fuera a causa de mi trabajo y no quiero decir que sea
porque mi esfuerzo y quehacer me haya permitido dicho viaje. No, mi faena es
estar aquí y ahora disfrutando de todo un lujo de instalaciones y playa, pero
lo más importante es la compañía. La Asociación Alcrebite (Asociación de
familiares y enfermos de Alzheimer) se ha trasladado una semana a la playa.
Estamos trabajando, pero es tanta la recompensa que el trabajo se vuelve
placer.
Nuestros mayores tienen un duro pasado a sus espaldas, y
ahora en la última etapa de la vida, la enfermedad los castiga de una manera
descomunal. Creo que es una de las peores enfermedades. Que tus recuerdos se te
borren es como borrarte de un plumazo de toda una vida, de la tuya. Pero mi
Asociación está aquí para ayudarles y guiarles en este duro camino. Llevarlos a
la playa, caminar pisando la fina arena mojada, dejar que las olas vengan
acariciar sus hinchados y cansados pies, todo eso para nosotras es un placer,
porque ver sus caras sonrientes ver su rostro entre sorprendido e iluminado,
eso no tiene precio. Unidos en la playa sin distinción, salud y enfermedad
cogidos de la mano y apoyándonos todos.
A pesar de estar presente la enfermedad, la coquetería
perdura en las mujeres. El pelo no quieren que se les moje porque se despeinan
y están feas. Sus uñas las quieren tener pintadas y bien arregladas, y por su
puesto aquel collar de perlas que le regaló su hija, ese no se lo quitan. Cuando llega el momento de la foto, todos se
acicalan. Algunas sin su carmín en los labios no quieren estar, la foto saldría
sin color.
Todos juntos y luchando, porque cuando unimos nuestras
fuerzas el peso es compartido. Por la noche llega la hora de la ducha y de
ponernos nuestras mejores galas para ir a cenar. Este momento es genial. Abren
sus maletas y buscan entre la ropa que sus hijas le han preparado, lo que mejor
les combina. La ilusión reflejada en sus caras es digna de admirar.
Pero no todo es tan perfecto, porque como ya sabemos la
enfermedad está acecho, y pronto muestra su lado más oscuro. La desorientación,
la incertidumbre de no estar en el lugar de siempre les rompen sus esquemas, se
ponen nerviosos, se enfadan y a veces lloran. Es aquí y en este momento donde
el peso entero cae en sus ya deterioradas familias, que, aunque cansadas,
siguen adelante con un abrazo, una sonrisa o un “venga que estamos aquí todos contigo”.
Nosotras (el equipo técnico, como nos llama nuestra presidenta) también estamos
ahí en esos momentos e intentamos darles un poco de aliento a esa castigada
familia, que como ya he dicho nunca se cansan, pero un soplo de aire fresco
también les viene bien.
Y así entre todos, hemos pasado unos días inolvidables,
porque las experiencias vividas con ellos son imborrables. El saco lo tenemos
lleno de anécdotas. Anécdotas de cosas sencillas y humanas como, por ejemplo,
mujeres acostumbradas a trabajar, a que nunca nadie ha hecho nada por ellas,
ahora en estas vacaciones, antes de salir de su habitación hacen su cama, lavan
sus toallas y friegan su habitación, porque eso de salir con la cama sin hacer
no está bien.
Nos quieren agradecer siempre nuestra ayuda con lo mejor que
tienen, pero lo que ellas y ellos no saben es que nuestra mayor recompensa es
ver su sonrisa, verles disfrutar de cosas tan sencillas como una brisa marina,
o un cálido atardecer sentados en la terraza del hotel. No necesitamos riquezas
ni grandes cosas, tan solo necesitamos personas con corazón y grandes
sentimientos como son los que formamos esta Asociación. ASOCIACIÓN ALCREBITE.
MARÍA PÉREZ GARCÍA