Cuando era pequeña tenía un sueño, soñaba ser invisible,
porque tenía muchas ocasiones en las que me hubiera gustado observar sin ser
vista. Imaginaba que me envolvía en una gran capa negra y ya nadie podía verme.
En mi clase yo no era muy popular, pasaba desapercibida, de ahí la ilusión y la
fantasía, de ser invisible para poder hacer cosas con aquellas personas que no
me aceptaban.
Ahora ya no voy al colegio, ya salí de la facultad y tengo mi
vida un poco encaminada y unos amigos encantadores. Nos gusta reunirnos e ir a
fiestas y hacer viajes juntos. Hace un par de semanas hicimos un viaje a
Santiago de Compostela y tuvimos la mala suerte de tener un accidente de
tráfico. El coche dio varias vueltas de campana y se quedó con las cuatro
ruedas hacia arriba. Aquel día nuestro ángel de la guarda debió estar muy cerca
de nosotros porque los cuatro salimos ilesos. Cuando pudimos salir entre los
amasijos de hierros, todos nos abrazamos y llorábamos por lo sucedido. Pero
algo raro noté, y es que mis amigos me buscaban y lloraban por mí. Decían que
no me encontraban y yo allí a su lado dando saltos y diciéndoles que estaba
allí a su lado. Pensé que un golpe en la cabeza debió bloquearlos y por eso no
podían verme. Entonces pensé que, si un golpe los trastornó, otro quizás los
sanaría. Yo con toda mi buena fe, cogí un palo que había por allí y me fui a
golpear a Marta que estaba más cerca de mí. Mi sorpresa fue cuando los vi
correr y gritar diciendo que un palo los perseguía.
- ¡Por dios, pueden ver el palo y a mí no! Algo está
fallando. La gente llegaba al lugar del accidente y todos me buscaban, decían
que había desaparecido. - ¡Pero qué barbaridad si estoy aquí! Empecé arrojar
objetos y todos salieron espantados diciendo que ese lugar estaba encantado y
que las ánimas del purgatorio me habían llevado. -¡Madre mía hasta donde pueden
llegar las mentes! Pensé.
Pero la situación no
cambiaba, a mis amigos se los llevaron y allí quede sola, con la voz rota de
tanto gritar. Me paré a pensar y llegué a la conclusión de que mi sueño de
niñez se había hecho realidad. ¡Al fin soy invisible! Pensaré un plan.
No fue fácil salir de allí sin ayuda, pero me las arreglé para
subir a un coche que se paró para echar un vistazo al lugar del accidente
embrujado. Era muy curioso estar en un lugar y que no te puedan ver. Este
matrimonio era muy corriente, no hacían nada ni decían nada interesante, la
verdad es que me estaba aburriendo, tampoco podía hacer nada. De pronto pensé
que un poco de música me vendría bien. Puse la radio a todo volumen. ¡Qué susto
se llevaron! La bajaron enseguida incluso la apagaron, pero yo la volví a
encender despacito, un poco más y a tope otra vez. Giré el retrovisor del
espejo, necesitaba ver mi aspecto, pero ¡sorpresa! No vi reflejada ninguna
imagen. Entonces pensé que, si para mí no servía, lo arrancaría, el caos se
armó dentro del coche.
-Juan, ya te he dicho que este coche es ya muy viejo y que
teníamos que cambiarlo, se le está cayendo hasta el espejo.
- nada de viejo, lo que pasa es que, por pararnos a curiosear
en el lugar del accidente, que es que te gusta mucho cotillear, nos hemos
traído el espíritu maligno.
Me bajé cuando vi un lugar conocido, y estuve andando por las
calles y metiéndome en tiendas para probarme vestidos. Las empleadas se
marcharon con un ataque de nervios, los vestidos volaban solos y entraban y
salían de los probadores. Que tarde más divertida, mi sueño se estaba
cumpliendo. Llegada la noche decidí entrar casa de una amiga de la infancia, la
más popular de la clase. La esperé en el portal y me cole en su casa. Que piso
más espectacular tenia, parece que los negocios le iban bien.
Me comí su cena, me puse sus ropas y ella, histérica llamó a
su psicólogo diciéndole que tenía otro ataque de ansiedad, pero que esta vez
veía moverse las cosas y desaparecer su cena. Decidí darme un baño en esa gran
bañera que tenía, pero yo con el afán de mover objetos cogí el secador para
enchufarlo, se me resbaló y cayó dentro de la bañera donde estaba. Mi cuerpo
llevó una gran sacudida. De pronto abrí los ojos y me vi en una cama de
hospital rodeada de médicos y enfermeras preguntándome que como me encontraba.
Entre ellos se decían que por fin me habían recuperado. Al fondo oí una voz que
dijo:
-decirles a
sus amigos que de esta sale.
MARÍA PÉREZ GARCÍA
Me encantan tus textos y este no podía ser menos!! Disfruto mucho leyendo lo que escribes eres genial.
ResponderEliminarMuchas gracias por leerlos.
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