Erase una vez una familia que vivía reunida, trabajaba en
faenas comunes al hogar. Todos volvían a casa, se cuidaban unos a otros, los
padres estaban con los hijos, los hijos con los padres. Todos reunidos
alrededor de una mesa para disfrutar de una comida en familia. Momento para exponer
problemas, soluciones y demás asuntos de interés. Muchas veces esa acomida era
un poco escasa, pero se apañaban con lo que había. Los abuelos normalmente
presidian esa mesa familiar. Disfrutaban de algo que se llamaba ahora. No
pensaban en el día de mañana, el día a día les hacía vivir.
Pronto llegó. un nuevo miembro a la familia que se llamaba Inquietud.
Esta hizo que algunos pensaran en qué será del futuro, para eso muchos se
olvidaron del hoy y lucharon por un mañana.
El núcleo familiar se iba deshaciendo. Perdíamos valores,
lo importante es llegar sin importarnos el cómo. El mundo lo teníamos a nuestros
pies, no había fronteras. La era de la comunicación nos mantenía unidos a
través de teclas y pantallas. El trabajo estaba lejos del hogar, pero los
medios de tierra, mar y aire nos mantenían unidos. El ser humano ha luchado por
derribar fronteras y globalizarnos.
Ha todo esto se sumó un nuevo miembro que se llamaba Odio.
Este nos llevó a pensar que somos mas que otros, por el simple hecho de nacer
en sitios diferentes.
Tras este miembro odioso llegó el de la guerra, cruel
entre personas que huyen de países e intentan que otros los acojan. Pero esto
no nos importaba demasiado, total a nosotros no nos llega. La indiferencia
llegó a nuestras vidas, nos acostumbramos a ver imágenes horribles de mayores y
niños en la miseria. Nadie quiere a los más débiles e indefensos, predomina el
dinero y el poder. Pero a pesar de todo, los humanos nos hemos mezclado, nos
acogemos, nos integramos y luchamos por conseguir el sueño perseguido. Luchamos
por él a cambio de nuestro tiempo, que es el bien más preciado.
En esta etapa nadie dispone de él para nada ni para nadie.
Los niños echan en falta a sus padres, los padres a sus hijos, se reprochan el
no tener tiempo para ellos, para la familia. Pero el sistema se impone y es lo
que predomina. Los abuelos solos. Ya no presiden mesa de nadie. Si su situación
se lo permite, quizás la de una residencia donde comparten habitación y mesa.
Toda la familia se lamenta de que el tiempo pasa muy
deprisa. No tenemos tiempo para nada, todos corriendo de un lado a otro para
siempre llegar tarde y mal. Quisiéramos sacarle al día cuarenta y ocho horas para
seguir corriendo.
De pronto en esta era en la que vivimos tan avanzada, en la
que no existen muros, nos llega una noticia y una imagen de un bichito diminuto
que quiere colarse en nuestras vidas. Una noticia que vemos lejana, sin
percatarnos que ya no tenemos fronteras.
De la noche a la mañana entra en esta familia un virus
llamado coronavirus. Un enemigo que nadie puede ver, pero que le ha
declarado la guerra al mundo. Viene a ponernos a cada uno en nuestro sitio. A
que todos tengamos eso que tanto echábamos de menos, como es el tiempo. Nos ha
encerrado en casa, sin prisas. Ahora nos aterra estar incomunicados por tierra,
mar y aire en plena era de las comunicaciones. Hemos cerrado las puertas, el
mundo se enfrenta a una batalla con un enemigo que no podemos ver. Ganarla será
difícil. En esta guerra no se utilizan bombas, ni fusiles, ni hay frentes
abiertos. Esta guerra se ganará con la solidaridad de todos los humanos sin distinción,
con aislamiento y soledad. Prohibido salir de casa, el ejercito está alerta
para que nadie salga. El aislamiento es nuestra arma más importante.
Ahora tenemos tiempo, ya este no pasa tan deprisa. Es
momento de profundizar en nosotros, a mirarnos por dentro, a observar y valorar
las pequeñas grandes cosas que nos ofrece la vida. Un paseo, un beso, un abrazo de tus seres mas queridos, que en esta situación es el arma más
mortal.
Luchemos por el ahora, porque el mañana nunca se sabe.
Mucho ánimo que de esta saldremos, aunque cuando volvamos
abrir las puertas de nuestra casa, nada será igual a cuando la cerramos.
MARÍA PÉREZ GARCÍA 18/03/2020.
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