miércoles, 25 de octubre de 2023

NOCHE DE HALLOWEEN.

 

Un 31 de octubre, estábamos toda la familia reunida, mi madre Pepa, mi padre Juan, mi hermana Valeria y yo Fernando, delante de una fuente de castañas y una copa de anís, celebrando la solemne víspera de Todos los Santos. Esta era nuestra arraigada costumbre: compartir castañas asadas mientras la abuela Paca tejía relatos de misterio y espanto. Sus narraciones nos hechizaban a todos; nos sumergíamos de lleno en sus historias, viviéndolas como si fueran nuestras propias experiencias. Era una velada de difuntos y cementerios, donde las velas parpadeaban en reverencia a las almas en el purgatorio. A mí me encantaba escucharla.

Esa noche era verdaderamente especial. El viento soplaba en la ventana como si estuviera invitándose a sí mismo a entrar, de repente, la puerta de la casa se abrió bruscamente. Nuestros corazones latían con fuerza, porque en ese mismo instante la historia de la abuela alcanzaba su punto más fascinante. Corrimos a cerrarla, pero en esos breves momentos entró un perro con una expresión de gran miedo. Sentimos compasión por el pequeño perro y lo cobijamos en la casa. Le dimos comida y agua.

-Sigue abuela, quiero saber cómo termina la historia de esa alma errante por el pueblo.

-Vale, Fernando, pero prepárate que lo mejor está por venir.

En esos momentos, detrás del sofá salió una voz que nos decía: gracias familia.

-No tiene gracia abuela, has cambiado hasta tu voz.

-Yo no he sido. La voz viene por detrás del sofá.

 Todos corrimos a ver que había allí. Yo juro que iba bastante asustado. Nos quedamos atónitos cuando descubrimos que esa voz provenía de la boca del pequeño perro.

¿Ha sido el perro?, preguntó mi abuela.

-Los perros no hablan, abuela, ya estás delirando con tus historias terroríficas.

-Pues juro que lo he oído claro, y yo no he sido.

-No discutáis, he sido yo, si, soy un perro bastante especial.

Todos dimos un salto atrás y nos apartamos del perrito.

-No soy violento, ni vengo del más allá, solo os contaré la historia que a mí me cambió.

Mi nombre es Popy. Mis antiguos dueños me abandonaron en una cuneta en una noche oscura y gélida. Aterrado intenté perseguirlos, pero no pude alcanzarlos. Agotado, me quedé observando mi entorno y a lo lejos vi una imponente mansión, donde pensé que podría encontrar refugio. Llamé antes de entrar, pero nadie respondió. Solo pude ver una rendija en una ventana que parecía invitarme. Me dirigí hacia ella y, de repente, me encontré en medio de un gran salón rodeado de perros. Me puse nervioso y en alerta. Comencé a ladrar fuerte. Enseñé mis feroces dientes, pero pude comprobar que ellos ladraban mas fuerte que yo y que sus dientes eran grandes y relucientes. Comencé a correr por la habitación, los demás perros también corrieron a mi alrededor. Mis ladridos pretendían mandar el mensaje de que no buscaba pelea, pero nadie me escuchó y mis esfuerzos fueron en vano. Eran demasiados. La puerta estaba cerrada, pero la ventana seguía abierta. Corrí tan rápido como mis patas me permitieron. Alcanzando la ventana, salté hacia el inmenso jardín. No me atrevía a mirar atrás, pero finalmente lo hice. Nadie me seguía, nada se oía, ni un solo ladrido. Tan solo los latidos de mi asustado corazón. Bajo la protección de un árbol, una sombra misteriosa me habló y me preguntó que me ocurría.  Le narré mi historia. Quizás estaba hablando conmigo mismo, pero observé que la sombra me escuchaba atentamente, aunque no respondía. Simplemente me envolvió como si fueran brazos acogedores. De nuevo me guio de vuelta a la amplia habitación. Al entrar las luces se encendieron y, de repente todos aparecieron. Estaban allí. Cada pared tapizada de inmensos espejos. Era mi propia imagen la que me aterraba, mi miedo lo que me hacía temblar y nublaba mis pensamientos, mi propia imaginación la que me hablaba, del mismo modo que en este momento es vuestra imaginación la que os está hablando al mirarme. Yo popy tan solo soy un perro, en una noche de Halloween.

 

 

 

 

MARÍA PÉREZ GARCÍA 17/10/2023