domingo, 29 de marzo de 2020

MI HOMENAJE A LOS MAYORES


Me levanto y miro por mi ventana. Veo un hermoso día. Brilla el sol, el cielo está limpio. Todo parece normal. Pero no es así.
Ahí fuera está muriendo gente, mucha gente. Hay familias enteras rotas, sufriendo, porque nos enfrentamos a un enemigo que no tiene compasión. Lo mismo mata a jóvenes que al que no lo es. Este malvado bicho, se ha cegado especialmente con los mayores. Con aquellos niños que tuvieron que vivir y presenciar una guerra civil. Vieron como se enfrentaban padres e hijos, y se mataban entre hermanos.
Soportaron una postguerra, donde la miseria y el hambre los azotó. Se hicieron una generación fuerte ante tanta desgracia, aunque sus corazones y alma estaban dañados, ellos seguían ahí.
Vivieron una dictadura, donde su voz tenía que estar dormida. El miedo y el castigo reinaba en la sociedad.
Ellos fueron los que votaron por una democracia, donde el país ya podía opinar, y hoy todos podemos disfrutar.
Nuestros héroes se nos hacen mayores, pero aún les toca vivir una gran crisis, y vuelven a ser ellos, con su valentía y estirando su pensión, los que acogen a las familias, los que ayudan a sobrevivir, los que dicen donde comen tres comen seis.
Me entristece ver, como ahora en su última etapa, de nuevo la desgracia se ceba con ellos. Este virus les está atacando y les está matando. Se van sin un último beso, sin un abrazo ni un adiós de sus seres más queridos, de esos por los que tanto han luchado. No se merecen esto.
Pero aún así nos dan ánimo a seguir adelante. Veo a través de los medios de comunicación como hay mujeres de ochenta y cuatro o más años, que se levantan por las mañanas y llenan sus solitarios días con la actividad de sentarse delante de su máquina de coser y ponerse a trabajar. Hacen mascarillas para proteger a sus familiares y vecinos de este virus. Ellos todavía nos dan fuerzas y ánimos para luchar contra este enemigo invisible, que tanto daño está haciendo.
Yo, dentro de mis posibilidades, quiero rendirles un homenaje a ellos, a los que tanto lucharon por todos y aún nos siguen enseñando a resistir. Les quiero ayudar de la única manera que ahora se puede, que es, no saliendo de casa.


MARÍA PÉREZ GARCÍA 29/03/2020


martes, 24 de marzo de 2020

INTELIGENCIA HUMANA ENTRE SABIDURÍA NATURAL




Un día mas o uno menos, no lo sé. Lo que sé, es que me levanto, me asomo a mi ventana y veo como la primavera quiere llamar a mi puerta. Aún no le puedo abrir, pero ella intenta colarse a través del canto de los pájaros, el gorjeo de las palomas. Miro y observo como el macho arrulla a la hembra con las plumas de su cuello hinchadas. La vida sigue, aunque los humanos estemos enjaulados.
Quizás la naturaleza necesitaba esto. Necesitaba un respiro. Ahora su cielo está más limpio, sus ríos más cristalinos, el mar más azul, su aire más puro. La naturaleza ha observado que no lo estábamos haciendo bien, que nos estábamos pasando en todo. Ensuciamos sus mares, quemamos sus pulmones, contaminamos su aire. Hasta el clima lo estábamos cambiando. La naturaleza es sabia. Ha creado un bicho que nos trata a todos por igual. Somos todos iguales, el que tiene dinero y el que no. Todos encerrados cuidando de nuestros pulmones, necesitamos respirar. La naturaleza también necesita respirar y la estábamos ahogando.
            Nos llegó el momento de pensar, de valorar. Ahora la inteligencia humana lucha contra la sabiduría natural. Seguro que encontramos una solución a este gran problema y se puede parar esta pandemia. Para ello nos necesitamos todos unidos.
Cuando esto termine recordaremos esta etapa y todo lo que nos ha enseñado. Miraremos con mas gratitud a los que se dedican a cuidar de nuestra salud, a los que limpian nuestras calles, nuestras casas, a las personas del campo, que ayudan a que nada nos falte y sobre todo a los que cuidan de nuestros mayores, que siempre han sido los más descuidados. Cuidemos al cuidador

MARÍA PÉREZ GARCÍA 24/03/2020


viernes, 20 de marzo de 2020

LA PRIMAVERA HA VENIDO





La primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido. Preciosa frase de Antonio Machado.
En estos días que estamos pasando encerrados en casa, no nos damos cuenta de que ya está aquí. Pero ya ha venido, y quizás para alegrarnos un poco. No la podemos ver, pero si mirar, aunque tan solo sea a través de una ventana, no la podemos tocar, pero si palpar. Desde mi balcón veo como los árboles de mi barrio están rompiendo con sus hojas verdes, las flores nos alegran con sus aromas y colores. Nos hacen la vista más agradable.
Echamos de menos poder recibirla como se merece, con paseos junto al río escuchando la música del agua al caer por una pequeña cascada, el cantar de sus pajarillos y el verdor de sus campos.
La primavera ya está aquí y todo esto pasará, la tocaremos, la sentiremos bajo nuestros pies cuando estemos paseando descalzos por la hierba fresca del campo. Volveremos a estar juntos para abrazarnos y besarnos.
Mientras tanto nos toca estar unidos en la distancia. Todos en casa luchando por la misma causa, la solidaridad humana. No podemos salir, pero sí abrir nuestra ventana y mandar besos al viento, que seguro que le llega a la persona deseada. Pronto veremos llegar a la golondrina, la que nos puede indicar que la tormenta y la oscuridad ha pasado y que en el cielo brilla el arcoíris.

MARÍA PÉREZ GARCÍA 20/03/2020

miércoles, 18 de marzo de 2020

BATALLA AL ENEMIGO INVISIBLE



Erase una vez una familia que vivía reunida, trabajaba en faenas comunes al hogar. Todos volvían a casa, se cuidaban unos a otros, los padres estaban con los hijos, los hijos con los padres. Todos reunidos alrededor de una mesa para disfrutar de una comida en familia. Momento para exponer problemas, soluciones y demás asuntos de interés. Muchas veces esa acomida era un poco escasa, pero se apañaban con lo que había. Los abuelos normalmente presidian esa mesa familiar. Disfrutaban de algo que se llamaba ahora. No pensaban en el día de mañana, el día a día les hacía vivir.
Pronto llegó. un nuevo miembro a la familia que se llamaba Inquietud. Esta hizo que algunos pensaran en qué será del futuro, para eso muchos se olvidaron del hoy y lucharon por un mañana.
El núcleo familiar se iba deshaciendo. Perdíamos valores, lo importante es llegar sin importarnos el cómo. El mundo lo teníamos a nuestros pies, no había fronteras. La era de la comunicación nos mantenía unidos a través de teclas y pantallas. El trabajo estaba lejos del hogar, pero los medios de tierra, mar y aire nos mantenían unidos. El ser humano ha luchado por derribar fronteras y globalizarnos.
Ha todo esto se sumó un nuevo miembro que se llamaba Odio. Este nos llevó a pensar que somos mas que otros, por el simple hecho de nacer en sitios diferentes.
Tras este miembro odioso llegó el de la guerra, cruel entre personas que huyen de países e intentan que otros los acojan. Pero esto no nos importaba demasiado, total a nosotros no nos llega. La indiferencia llegó a nuestras vidas, nos acostumbramos a ver imágenes horribles de mayores y niños en la miseria. Nadie quiere a los más débiles e indefensos, predomina el dinero y el poder. Pero a pesar de todo, los humanos nos hemos mezclado, nos acogemos, nos integramos y luchamos por conseguir el sueño perseguido. Luchamos por él a cambio de nuestro tiempo, que es el bien más preciado.
En esta etapa nadie dispone de él para nada ni para nadie. Los niños echan en falta a sus padres, los padres a sus hijos, se reprochan el no tener tiempo para ellos, para la familia. Pero el sistema se impone y es lo que predomina. Los abuelos solos. Ya no presiden mesa de nadie. Si su situación se lo permite, quizás la de una residencia donde comparten habitación y mesa.
Toda la familia se lamenta de que el tiempo pasa muy deprisa. No tenemos tiempo para nada, todos corriendo de un lado a otro para siempre llegar tarde y mal. Quisiéramos sacarle al día cuarenta y ocho horas para seguir corriendo.
De pronto en esta era en la que vivimos tan avanzada, en la que no existen muros, nos llega una noticia y una imagen de un bichito diminuto que quiere colarse en nuestras vidas. Una noticia que vemos lejana, sin percatarnos que ya no tenemos fronteras.
De la noche a la mañana entra en esta familia un virus llamado coronavirus. Un enemigo que nadie puede ver, pero que le ha declarado la guerra al mundo. Viene a ponernos a cada uno en nuestro sitio. A que todos tengamos eso que tanto echábamos de menos, como es el tiempo. Nos ha encerrado en casa, sin prisas. Ahora nos aterra estar incomunicados por tierra, mar y aire en plena era de las comunicaciones. Hemos cerrado las puertas, el mundo se enfrenta a una batalla con un enemigo que no podemos ver. Ganarla será difícil. En esta guerra no se utilizan bombas, ni fusiles, ni hay frentes abiertos. Esta guerra se ganará con la solidaridad de todos los humanos sin distinción, con aislamiento y soledad. Prohibido salir de casa, el ejercito está alerta para que nadie salga. El aislamiento es nuestra arma más importante.
Ahora tenemos tiempo, ya este no pasa tan deprisa. Es momento de profundizar en nosotros, a mirarnos por dentro, a observar y valorar las pequeñas grandes cosas que nos ofrece la vida. Un paseo, un beso, un abrazo de tus seres mas queridos, que en esta situación es el arma más mortal.
Luchemos por el ahora, porque el mañana nunca se sabe.
Mucho ánimo que de esta saldremos, aunque cuando volvamos abrir las puertas de nuestra casa, nada será igual a cuando la cerramos.

MARÍA PÉREZ GARCÍA 18/03/2020.