EL TIEMPO Y YO
El tiempo me robó la niñez.
Atrás quedó aquella etapa en que todo tenía un brillo suave, como de cuento.
Se llevó mi juventud,
ahora me miro al espejo y no encuentro a la que fui.
Me ha quitado la tersura de mi piel, y en su lugar han
quedado huellas que no reconozco.
Se ha llevado la ligereza de mis piernas, que ya no corren,
que ya no vuelan.
El tiempo me ha arrancado seres queridos y ahora camino
tras sus pasos en silencio.
Apagó poco a poco el brillo de mis ojos, y con él, la
inocencia de una juventud que se me escapó sin despedirse.
Pero también…
El tiempo me ha dado
sabiduría. Ha pintado canas en mis cabellos como hilos de historia que me
adornan con dignidad.
Me ha regalado una nueva familia, a la que amo con el alma
y que le da sentido a mis días. Ha dejado arrugas en mi piel, testigos
silenciosos de todo lo que he vivido.
El tiempo me ha dado cordura, y con ella la calma de
entender lo que antes no comprendía.
Ahora el tiempo me susurra que aproveche lo que me queda.
Que ame sin medida a quienes me aman. Que acompañe a quienes aún desean caminar
conmigo. Que valore un amanecer silencioso, un viento suave que acaricie el
alma, un atardecer encendido por rayos rojizos de sol.
El tiempo me dice que las pequeñas cosas importan, porque,
al final, son pequeños momentos los que construyen los grandes recuerdos.
“Solo le pido al tiempo…tiempo, y que me permita conservar
mi salud y mis recuerdos”.
MARÍA PÉREZ GARCÍA 24/7/2025