viernes, 7 de abril de 2017

UN LEGADO ADQUIRIDO


Me lo contaban, pero no lo veía, ni siquiera me interesaba. Mis juegos de niñez necesitaban toda mi atención. Eran tiempos felices. De pronto crecí y empecé a ver cosas de aquellas que escuchaba.  Ya empezaba a entender algo.
            Empecé a sufrir en mis propias carnes aquello que llamaban emigración, pero lo que nunca esperaba ni creí encontrar es que cuando despertara de una vez de ese tiempo de adolescencia y niñez, me encontrara con semejante patrimonio.
            Resulta que me han dejado una herencia de la que no puedo rechazar, ni siquiera luchar por pensar si la quiero, si me interesa o no, la tengo y hay que aceptarla. Aquel fantasma que de joven me rondó tantos años, ahora lo tengo instalado en casa y no lo puedo echar. El fantasma de la emigración me persigue, es mi herencia y la odio, pero nada puedo hacer. Día y noche me pregunto que por qué no hay un hueco para todos, ¿Por qué el mundo parece estar en contra de ver a las personas felices?    ¿porque es tan difícil encontrar tu lugar? Son muchos por qué y ninguna repuesta. Seguiré gastando este legado que una sociedad o un mundo incontrolado ha decidido dejarme. Lo gastaré con el paso de los años y solo pido que antes de que deje este mundillo por el que andamos esta dichosa herencia se haya extinguido, y cada persona encuentre su lugar en esta tierra donde todos tendríamos que tener nuestro espacio.



MARÍA PÉREZ GARCÍA

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