viernes, 12 de enero de 2018

VIAJAR A TRAVES DE LA LECTURA.



Mi abuelo Basilio era un hombre de mundo, más que por los viajes vividos, era por los numerosos libros que leía.  Le gustaba meterse en ellos y transportarse a sus épocas e historias. A sus nietas, que éramos mis dos hermanas y yo, nos reunía junto a él y nos contaba toda clase de historias y vivencias que había experimentado a través de ellos. Se ilusionaba leyendo todo tipo de lectura, pero en especial a Cervantes. Se sentía un hidalgo caballero conquistando mundo y salvando damas. Cada vez que nos reuníamos con el abuelo, nos leía párrafos interminables de este libro. Nos decía que nunca dejáramos de leer, porque la lectura siempre nos mantendría vivos y activos. Que era el mejor sistema para soñar y dejar volar nuestra imaginación.
Ahora el abuelo Basilio ya no lee libros, vive en un mundo borroso, donde nota que sus recuerdos se caen de su mente, que son frágiles como una hoja en otoño. Ahora tiene frente a él aquellos gigantes con los que con tanta energía luchaba, pero ya no se siente con fuerzas para enfrentarse a ellos.
Por eso ahora es cuando nos toca a nosotros ser ese escudero inseparable y luchar por él, para que allí donde el ve gigantes, peligros y oscuridad, con nuestra ternura y cariño le hagamos seguir sintiendo fuerza y valentía.
Somos nosotras las que ahora nos reunimos junto a él y empezamos a leerle: En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…………………………………,y es entonces cuando su semblanza y su mirada vuelve a sentirse viva y activa.
Nunca dejéis de leer, ni de leerles.


MARÍA PÉREZ .

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