viernes, 12 de abril de 2013

La habitación de la abuela Lola.


El gran caserón de la abuela de Esmeralda se encuentra en las afueras del pueblo. Es una casa muy grande que sus antepasados mandaron construir hace muchos años, la casa ha pasado de generación en generación.
         En esa casa también vivió la madre y la abuela de Esmeralda, ambas fanáticas del orden y la decoración. El dormitorio  de la abuela Lola,  tiene excelentes ventanales con cortinas de encaje blanco, una cama de duro roble envejecido y dos mesitas de noche donde descansas dos lamparitas . Junto al ventanal está la mecedora, orientada a la verde pradera que tiene frente a ella. El espejo del  lavabo está en el otro lado de la ventana con su gran pileta de cerámica al igual que el jarrón del agua. El  peinador amarillo de seda con  peine y  cepillo de marfil, donde Lola pasaba largos ratos frente al espejo, cepillándose el pelo.
         Todo está decorado con mucho gusto y armonía. Su abuela adoraba estar en su habitación rodeada de sus muebles, en esa habitación vió nacer a sus cinco hijos, allí pasó y vivió momentos inolvidables. Todos sus muebles tenían un significado personal  para ella. Las fotos de sus antepasados estaban colgadas de la pared.
         Cuando la abuela murió  ésta habitación se cerró y la madre de Esmeralda  no quiso nunca entrar allí. Pensaba que su espíritu  aún seguía en ese dormitorio.
         Esmeralda, joven alegre y moderna  no quería seguir pensando que la habitación de la abuela tuviese que estar cerrada. Su madre se opone, a la idea de que Esmeralda ocupe  esa habitación. Pero ella es muy tenaz  y quiere cambiarse allí porque su orientación y su paisaje es el mejor de la casa. Su madre desiste en el empeño y la deja hacer.
Lo primero que quita es la vieja mecedora y en su lugar pone un sillón relax blanco de piel, el lavabo lo cambia por una cómoda de cajones con un espejo. Las fotos son sustituidas  por cuadros de vivos colores, Esmeralda pone la habitación adaptada a ella y a sus necesidades. Arrinconando los viejos muebles, en un habitáculo continuo  que estaba desocupado.
Todo estaba dispuesto para el cambio. Esta noche será la primera que pasará en su nueva alcoba. Cuando llegó la hora de irse a la cama, su sorpresa fue ver todo muy bien colocado, cada cosa en su sitio, pero no sus muebles sino los de la abuela.
Esmeralda no podía creerlo, pensó que eso sería una broma de mal gusto de alguno de la casa y volvió a quitarlos y a poner los suyos.
         Al día siguiente pasó lo mismo, los viejos muebles de la abuela habían vuelto de nuevo a su lugar, cada foto en su correspondiente clavo, y la mecedora se balanceaba sola frente a la verde pradera. Esmeralda entendió que la abuela no quería arrinconar sus muebles y con ellos sus recuerdos, quería que siguieran vivos, pasando de generación en generación. Desde entonces Esmeralda, duerme en este aposento pero dándole vida a los viejos muebles de la abuela Lola.

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